Peste Bubonica, descripcion, origen, transmision, sintomas y sintomas descritos en la epoca

 A lo largo de la historia han surgido acontecimientos importantes que han marcado el antes y el después de la humanidad, la mención de conceptos relacionados con dichos sucesos hace que entendamos y recordemos su marca en el camino de la humanidad. En el desarrollo de este trabajo comprenderemos y analizaremos términos como “peste” y “pestilencia” los cuales han sido utilizados desde la antigüedad para referirse a cualquier enfermedad contagiosa, estos conceptos se aplicaban a cualquier tipo de calamidad, sobre todo a aquellas epidemias que producían gran mortalidad. Haremos todo esto, no solo desde el punto de vista general, sino también puntualizado desde un ejemplo mismo y todas las implicaciones que de manera holística tuvo para el ser humano. 

Es importante mencionar de manera introductoria que la peste bubónica o peste negra, es una infección bacteriana grave, provocada por un organismo llamado Yersinia pestis, que es transmitido a los humanos mediante picaduras de pulgas alimentadas de roedores infectados, que al convivir con la gente le contagiaban fácilmente. En su forma bubónica se acompañaba de dolores de cabeza, temblores, sudor, fiebre, diarrea y les solían doler los ganglios debido a que las bacterias se trasladaban hasta un nódulo linfático. A mediados del siglo XIV, Europa “y todo el mundo conocido”, fueron testigos de esta peste catastrófica, epidemia que tuvo un gran impacto en la población debido a la crisis económica que provoco en la Edad Media y al número de personas fallecidas a causa de la misma.

 Fue llamada peste negra, porque la más común de sus manifestaciones, bubónica, tiene como síntoma característico la aparición de pústulas de sangre, es decir de hemorragias cutáneas o ‘bubas’ de color negro azulado. En este trabajo veremos cómo se comportó la peste bubónica, los determinantes epidémicos de la enfermedad, como en esta época recuperaron la salud y de qué manera se emplearon las medidas y cuales fueron para salvaguardar la salud, así como los aportes que podemos obtener de dicha enfermedad y que nos sirven en la actualidad.

En la actualidad conocemos que la enfermedad con el nombre de peste (peste negra, muerte negra, peste bubónica, gran plaga, plaga negra) es una enfermedad infecciosa producida por la bacteria Yersinia pestis. Aislada en Hong‐Kong en 1894 por Alexander Yersin, la bacteria Yersinia pestis, resultó ser una especie del género yersinia, bacilos gram‐negativos que produce una zoonosis que ocasionalmente infecta al hombre como “huésped terminal” ya que no contribuye al ciclo natural de la enfermedad. Efectivamente, la peste es principalmente una infección propia de animales: ratas, ardillas de tierra, perros de la pradera, ratones de campo, gatos, conejos, camello, hasta más de doscientas especies. Estos animales reservorio transmiten la infección mediante las picaduras de sus pulgas que contienen los bacilos en su intestino y así los transmiten a cada animal que pican.

 La denominación “Muerte negra” para la plaga del año 1348 no fue popularizada en Europa hasta el siglo XVIII. La alocución latina atra mors parece haber sido utilizada por Séneca para referirse a esta enfermedad epidémica. Johannes Issacus Pontanus es el primero que en 1631 designa así a esta enfermedad, pero la expresión ya había sido utilizada en 1555 como swarta dóden en la literatura sueca y como den sorte Dφd en la literatura danesa de 1601. Según Ziegler, el origen de la denominación podría ser la traducción literal de la locución latina pestis atra o atra mors a las lenguas escandinavas o al inglés.

 El término “Muerte negra” se suele utilizar para referirse a la plaga del siglo XIV, y el de “Gran plaga” (Great plague) a la epidemia inglesa de peste bubónica del siglo XVII. Se le atribuye al monje franciscano Michelle de la Piazza, en su historia de Sicilia, la primera descripción de la enfermedad, donde nos cuenta como 12 galeras genovesas contaminadas atracan en el puerto de Mesina, así como nos describe con lujo de detalles los síntomas: dolor, pústula que tenía forma de lenteja en el brazo o en la pierna, violento esputo de sangre, expectoraciones, tumores que al principio eran como una almendra pero que aumenta de tamaño comparable a una nuez y después como un huevo de gallina, estos se formaban tanto en el pecho como en las piernas, en los brazos o bien en la región de la garganta descritos como muy dolorosos, sensación de frio, debilitamiento, fatiga. Tenía un curso clínico de 3 días. Autores describieron también: hinchazones en las ingles o bajo las axilas de las personas de ambos sexos, manchas negras o cárdenas que botaban en los brazos y por los muslos y en cualquier otra parte del cuerpo, unas grandes y espaciadas y otras diminutas y abundante. Sobre el origen de las enfermedades contagiosas que circulaban en la Edad Media explicaciones muy diversas. Algunas, heredadas de la medicina clásica griega, atribuían el mal a los miasmas, es decir, a la corrupción del aire provocada por la emanación de materia orgánica en descomposición, la cual se transmitía al cuerpo humano a través de la respiración o por contacto con la piel. Hubo quienes imaginaron que la peste podía tener un origen astrológico –ya fuese la conjunción de determinados planetas, los eclipses o bien el paso de cometas– o bien geológico, como producto de erupciones volcánicas y movimientos sísmicos que liberaban gases y efluvios tóxicos. 

También se les atribuyó la pestilencia a causas artificiales, buscando a los supuestos responsables. Así Ibn al Khatib, hablaba de un “envenenamiento temporario causado por la adición de algún veneno en la atmósfera” (no especificando si provocado por los hombres o cambios climáticos) y otra tesis, de gran difusión en Languedoc, Provenza y Cataluña, era la de la enfermedad provocada intencionalmente. Agramont habla de envenenamientos provenientes de Montpellier, sin mencionar a los culpables. Todos estos hechos se consideraban fenómenos sobrenaturales achacables a la cólera divina por los pecados de la humanidad. 

En cuanto la transmisión Ibn al Jatib en su “Libro del cuidado de la salud durante las estaciones del año” o “Libro de Higiene" habla ya del contagio potencial de las enfermedades por las aguas, las personas y los fómites a personas susceptibles: “El resultado de mi larga experiencia es que si una persona se pone en contacto con un paciente inmediatamente se ve atacada por la epidemia y experimenta los mismos síntomas. Si el primer paciente expectora sangre, al segundo le sucede igual, Si al primero es el presentan bubas, el segundo aparece con ellas en los mismos sitios. Si el primero tiene una úlcera, al segundo se le presenta también; y este segundo paciente a su vez transmite la enfermedad. 

Diversos médicos de la época habían hecho referencia a la entrada de la enfermedad en el organismo bien por el aire respirado, bien por los poros de la piel. En cuanto a la transmisión interpersonal, la opinión destacada basada en las observaciones era que quien estaba en contacto con el enfermo enfermaba a su vez por los “vapores venenosos” que emanaba el cuerpo enfermo, siendo la susceptibilidad personal una cuestión de "constitución”, según las teorías galénicas en boga, así como otras cuestiones puntuales como la comida o bebida excesiva, relaciones sexuales también excesivas o las porosidades dilatadas de modo natural o artificial mediante baños. También se consideraba la mirada como fuente de contagio.

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